VOTOS PERPETUOS, UN SIGNO CONTRACULTURAL DE NUESTROS TIEMPOS.
Estamos pasando por un momento histórico donde generalmente los compromisos definitivos son relativos y donde la diversidad, la búsqueda y los extremos en el modo de ver y vivir la vida son de acuerdo a cada persona. Si retomamos la situación del estilo de vida podemos contemplar múltiples modos, actualmente ya no son 3, ni 4, ni los que las diferentes religiones tienen como canon de existencia en la vida.
Por sólo retomar un ejemplo, puedo decir que, por una parte con facilidad se puede renunciar o romper con cualquier estilo de vida, independientemente de las circunstancias que lo promuevan, así, podemos escuchar comentarios como: no funciona este estilo, no me satisface aquel, no me siento feliz en tal o cual estilo de vida, etc…
Y por otra, puedo decir que existe una resistencia a las nuevas maneras de ver y vivir la vida, estas son expresadas con frases como: “estas generaciones ya no son como las de antes, ya no piensan ni viven comprometidamente, ni tampoco se comprometen para siempre, se dejan llevar sólo por el presente y no viven ni respetan las “buenas” tradiciones y costumbres, ya no responden radicalmente, ya perdieron los valores, etc…
Es en medio de esta realidad, donde el amor incondicional de Dios en la vida me ha salido al encuentro y me ha invitado a seguir a Jesús y a tratar de vivir en lo cotidiano su propuesta del Reino, de modo concreto en la Congregación de Hermanas de San José de Lyon.
Reconozco que soy heredera de esta cultura, con sus factores positivos y negativos, pero también reconozco que Dios le ha dado sentido a mi vida y me ha puesto en el camino de las Hermanas de San José con las que me he sentido profundamente identificada.
La Eucaristía donde expresé mi sí a Jesús Siervo en la Congregación, no fue mas que una confirmación de este seguimiento, en compañía de mis amistades, familiares y la mayoría mis hermanas de la provincia (gracias a que los votos fueron al termino de una asamblea provincial), pude experimentar la vida compartida de Dios y su alianza conmigo y con nuestro mundo.
En esta celebración estuvo latente la compasión y la reconciliación en el encuentro entre nosotras/os y con Dios.
Fue una experiencia donde todos y todas participamos desde lo que cada uno/a es, con un tinte artístico: danza, cantos al estilo latinoamericano, pintura, figuras de aserrín en el suelo, símbolos que representan la cultura de donde vengo, como son el café, un birrete, y símbolos de nuestra congregación como el icono de Madre San Juan que pinté, la cruz de la Congregación, las constituciones y los textos primitivos.
Y donde este compromiso lo pronuncie junto con el compromiso de tantos hombres y mujeres que me acompañan en la vida para ser lo que Dios quiere que sea para la vida del mundo.
Me siento agradecida con Dios, con mis hermanas y hermanos, con la creación y con la Congregación por abrirme un espacio para compartir la Vida.
Confío en la gracia de Dios para continuar siendo feliz desde el misterio pascual, es decir, desde el vivir, morir y resucitar en cada momento de mi vida. Y pido a ustedes su ayuda para poder vivir fielmente en el seguimiento a Jesús de Nazaret.
Ana Cristina López Flores hsjl
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